Wednesday, July 10, 2024

 

El Niño

Por Eddy Aguilar Saba

 

Un día desperté y me escondí debajo de la cama hasta tarde, cuando dejé de escuchar voces, salí de mi escondite, tenía 6 años, una señora me cuidaba, le decía tía, sentía felicidad cuando estaba solo, cuando escuchaba voces mi cuerpo temblaba de miedo y solo me escondía debajo de mi cama, mi escondite. Estaba horas en mi escondite hasta que me quedaba dormido, era solo un niño. De repente escucho la voz que me causaba terror, esa voz preguntaba por mí, sentí una mano que me sacaba de mi escondite a jalones, al gritar y llorar de terror, sentí muchos golpes en mi cuerpo, entre ellos, con claridad recuerdo, una patada en mi pierna… niño dejado, escuché; la señora que me cuidaba me defendió, trató de protegerme, gritaba hermano cálmate, no le pegues, se porta muy bien. Solo recuerdo haberme quedado dormido, ahora entiendo que dormir era mi salvación, mi refugio, mi tranquilidad, ya no temblada de miedo.

 

Mi memoria se había nublado después de ese incidente. Varios meses después, alguien me llevaba de la mano por una calle desconocida, todavía tenía 6 años, me llevaba hacia un autobús, miraba hacia arriba, para ver su rostro, pero no reconocía a esa persona. Me sentó en el asiento de la ventana del autobús. Tenía la mirada atenta hacia la calle, mientras veía por la ventana la calle extraña, jugaba con mi debo y dibujaba animales en la ventana. Pasaron horas y en mi mente de 6 años, pensé que me había perdido, pensé que me habían robado, pensé que nunca más iba a escuchar esa voz que me daba miedo. Al ver que pasaban las horas, me puse a llorar, y traté de escaparme y corrí hacia la puerta del bus, pero fue en vano, me llevaron de la mano hacia mi asiento. Seguía llorando viendo la calle por la ventana del autobús, veía muchos árboles y gente sin camisa caminado en la calle, no sabía dónde estaba, en ese momento hice otro intento de escaparme, pero fue en vano. Me puse a gritar de miedo, el señor que me llevaba de  la mano me dio uvas para calmarme, mientras comía las uvas con lágrimas en los ojos, ahora entiendo que la altura y el bus me afectó, comencé a vomitar, me desvanecí, recuerdo que el señor que me llevaba, hizo parar el autobús, recuerdo que estaba casi inconsciente, me sacaron del bus cargándome, con mis brazos y cabeza colgando, me pusieron en el suelo, es decir en la tierra, y me pasaban agua por la cara y cabeza, hasta que desperté, y el señor que me llevaba, me dijo, niño dañado, niño mimado.

Volví al autobús y solo recuerdo entrar en mi refugio, dormir. Al despertar, recuerdo que la gente corría y yo corría con alguien de la mano, me subieron en una moto, un chofer, yo en el medio y el señor que me cuidaba detrás mío. La moto iba a velocidad por unas montañas, arboles, plantas, era un lugar desordenado, gente extraña, escuchaba voces, sentía que mis pies se quemaban por el calor de la moto vieja, trataba de aguantar el dolor y las lágrimas para que no me pegaran. Me orine en mi pantalón, había perdido mis zapatos, me llevaron al baño y de ahí de vuelta a la moto, fueron largas horas con quemaduras en mis pies, mi pantalón con orines y lleno de picaduras en mi cara y piernas. 

Recuerdo que comencé a ver casas, hasta que la moto paró, camine de la mano con el señor que me cuidaba, que por cierto me dijo que le diga tío. Vi que una mujer se acercaba, la reconocí, era la misma persona que me había defendido de los golpes, por ser un niño dañado y mimado. Me solté de la mano, y corrí y la abracé, mi niño, escuché.

Muchas noches dormí en un cuarto oscuro, escuchaba el sonido de una máquina de coser, dormía solo, gritaba de miedo, escuchaba gente reír, hablar, pelear, sentía que me tocaban, pero no sabía lo que era eso. Solo era un niño de 6 años.

Un día el niño volvió a casa del señor que gritaba; golpeado, picoteado, aterrorizado, llorando, tartamudeando, sin habla, sin saber quién era, sin amor, sin nada que contar.

En ese momento, la niñez del niño murió.


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