Mientras llegaba a casa después de un día
largo de trabajo, pero más que largo, un día lleno de dudas, de pensamientos
antiguos que sólo te llevan a sentirte frágil, pensamientos que
te hacen sentir sin la corona. Decidí sentarme en el balcón y mirar el
horizonte. Mientras observaba la grandeza del mundo, entró en mi cerebro un
tema que lo he puesto en espera por mucho tiempo. La pregunta vino a mi mente
veloz, con furia, con tristeza, sin compasión y con un vacío que sólo yo podría
llenar.
¿Quien realmente soy y que busco, hacia donde voy y que
espero de mi? Llegó el preciso momento de juzgarme. Que mejor momento que
ahora, ahora que cumplo un año mas de estar vivo en este mundo lleno de humos. Que mejor momento ahora que he
pasado vivo mas de la mitad de mi vida. Ahora me toca mirarme al espejo y sin
miedo hablarme, contarme, compartirme todo lo que se, todo lo que no he puedo
expresar, todo mis miedos, y claro porque no también, todo lo bueno que hay en
mi. La he pasado hablando conmigo más de lo que me esperaba y me he reído
mucho. Me he contado muchas cosas, me he visto bien, me he visto con ojos
maduros, con mente grande y me vuelto a poner de pie.
Ahora que veo el
horizonte otra vez, lo veo más grande. La vista no tiene limites. Arriba me
siento.
El silencio es el mejor regalo que dios
me dado, sin duda. Ahora que el silencio ha hablado, tengo la certeza que mi
vida a cambiado. Que el muro de Berlín que tenía al frente lo he derrumbado en
2 minutos, y he logrado dar varios pasos adelante. Ahora recién después de
tanto tiempo, me toca correr solo unas cuantas millas más y listo. El momento
llegó, no más humos.
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